Tony Hawk es indudablemente uno de los skaters más famosos del mundo, hoy en día tiene una fundación, una línea de videojuegos, innumerables videos corriendo por internet y más de treinta apariciones importantes en el cine y la televisión. Para Hawk, el Skateboarding es tanto un deporte como una forma de vida y una expresión artística, por lo tanto hay mucho que trasciende la práctica en sí misma, como la música, la moda y el entretenimiento. El skateboarding o skate es un fenómeno social más que un deporte y, para Rubén Díez, Ph.D, Profesor de Sociología en la Universidad Carlos III de Madrid es un ejemplo adecuado para retratar los cambios culturales a los que se ha enfrentado la sociedad postindustrial en su interrelación con su estructura social.
El skate surgió en California a finales de los años 50 y se puede afirmar que es básicamente un invento estadounidense. A diferencia de otros deportes, el objetivo del skate es la práctica misma del deporte, la sensación que este provoca, no la competencia o la disciplina. En sus inicios el skate se constituyó como una subcultura contestataria que reclamó los espacios urbanos para su propio uso. Para Díez, quienes practican skate encuentran en él una forma de reafirmar sus valores de satisfacción y autovaloración. El skate se puede entender como una forma de expresar libremente la exploración de la práctica misma. Un skateboarder o skater lo practica porque ama la libertad que le proporciona, como también sucede a los rollers o con el surf, el snowboard o el longboard. Para José Mantilla, skater quiteño, el skate es una actividad que tiene la capacidad de introducir y difundir en la cultura la idea de libertad y expresión personal. Es la forma de vivir lo que “más te guste o te haga feliz sin preocuparte de qué dirán o si les incomoda el sonido de la patineta”. Para él, el skate es la oportunidad de liberarse de estigmas sociales y encontrar una expresión de sus sueños, aspiraciones y búsquedas de libertad.
Rubén, de acuerdo con José, plantea que el skate ha dado lugar desde sus inicios a la conformación de una comunidad propia y distintiva para quienes lo practican. La construcción de una identidad cultural que reafirma la posición social de los skaters en su interrelación con las de otros grupos sociales.
En las complejas sociedades contemporáneas la producción y distribución de información y conocimiento, así como los valores de autonomía, autoexpresión y satisfacción personal adquieren un papel de primer orden en comparación con el pasado. Dos aspectos que dan lugar a algunas contradicciones, por ejemplo, se espera de las personas que sean altamente productivas y al mismo tiempo gocen de suficiente tiempo libre para aprovechar el disfrute de otras actividades. Es ahí que se produce la contradicción entre el disfrute, la productividad y cómo se espera que las personas destaquen en ambos.
Tradicionalmente, los skaters se han presentado como un grupo social con prácticas, convenciones y modelos de comportamiento propios y particulares, lo que ha llevado a conceptualizarlos como una subcultura. Sin embargo, con la popularización de su práctica y de otras afines como el longboard, y la generalización de espacios como los skateparks, lugares construidos para proporcionar un espacio controlado para la práctica del skate, su práctica se ha acrecentado y normalizado y ya forma parte de la cultura juvenil mainstream de nuestras sociedades.
La mercantilización de los medios y prácticas culturales que rodean al skate, como la música y la moda, también han contribuido a su extensión y normalización. La producción masiva de elementos relacionados con el deporte, facilita su conocimiento y práctica entre un público más extenso. Por otro lado, Magno Solórzano, estudiante de Yachay Tech que solía practicar skate, su mercantilización ha contribuido a que se pierdan los objetivos del deporte: la práctica individual y el disfrute.
No obstante, Rubén Díez y José Mantilla concluyen algo interesante de la apertura de esta práctica: la inclusión de distintos grupos sociales. José Mantilla señala que la industria del skateboarding es beneficiosa en términos de generación de empleos, de la inclusión de distintos actores sociales y de la normalización de la práctica. Pero también lamenta que debido a ciertas políticas económicas, el skate sigue sin ser una práctica para todos los sectores sociales. Rubén Díez, comenta, por otro lado, que la normalización, mercantilización y expansión del skateboarding no son necesariamente negativas dado que no rompen con su objetivo inicial: el disfrute, la satisfacción personal y la autoexpresión individual y colectiva. Díez realizó una mayor profundización al tema en su conferencia titulada Skateboarding: Cambio Cultural e Innovación Tecnológica en la Sociedad Post-Industrial, dictada en Yachay Tech la semana pasada. Asimismo, trató este tema en produndidad en un artículo publicado recientemente, junto a Israel Marquez, en la Revista Empiria. Accede a la conferencia completa dando click aquí.